Bajo mi piel

Tristeza y tal vez decepción fue lo que sentí al saber que no podía continuar pero se que era una decisión que debía tomar....................

Aquel lugar era tan apacible y tan acogedor que pudiera haberme quedado por horas sin pensar ni sentir, su presencia daba paz y la experiencia era casi divina.

Obtuve mucho en esos seis días del taller de meditación donde pude sentir mi esencia a flote aprender y discernir entre lo que nuestra mente refleja como deseos y lo que realmente es una necesidad, a enfrentarse a las cosas día con día, a no dejarnos dominar por nuestra mente y seguir el corazón, a estar con contacto con la divinidad interna.

Todo marchaba bien hasta aquella tarde cuando el guía nos menciono que si nos gustaría seguir con el grupo de meditación deberíamos comprometernos en seguir ciertas normas, en las cuales estaban basadas en llevar una vida de pureza de mente y cuerpo.

Normas que no estaba dispuesta a seguir al pie de la letra, como me iba resistir a salir con mis amigos, amigas y convivir soy eminente mente un ser social no podría estar alejada ni abandonar las cosas que me gustan y de cierta manera me hacen feliz.

No, no podría abandonar ciertos vicios, ni tampoco la música que me hace vibrar y sentir quizás no estoy lista para todavía para ese camino, quizás lo este en otra vida.

Namaskar.